Memoria y soportes tecnológicos: ¿desventaja para el desarrollo intelectual?

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Ensayo escrito en 2010 por Eloisa André Gaona para la materia Taller Multimedia, de la carrera Gestión de Medios y Entretenimiento, de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).

1. Introducción

El hombre hoy en día se vale de diversos métodos para extender sus capacidades naturales, entre ellas la memoria. Es difícil imaginarse la realización de tareas como el registro de datos, la contabilidad, la planificación e incluso la formación académica sin la utilización de tecnologías desde la imprenta y la fotografía hasta la informática. Estas tecnologías apoyan la evolución del conocimiento, sirven como soporte para la memoria y como tal se vuelven indispensables. ¿Significan entonces un avance o un retroceso en el desarrollo intelectual del hombre?

2. ¿Extensión de la memoria o motor del olvido?

Desde la antigüedad con la pintura y la escultura, luego la aparición de la escritura y su sistematización a través de la imprenta, la fotografía y el cine para la transmisión de imágenes, hasta la actual informática como medio de reproducir y transmitir conocimiento, se puede observar un patrón común que es la búsqueda de modos de asegurar saberes a través del tiempo y el espacio. “La ciencia ha permitido al ser humano el almacenamiento de las ideas y le ha otorgado la posibilidad de manipular este archivo y extraer de él ideas, de modo que el conocimiento evolucione y perdure a lo largo de toda la existencia del género humano, y no sólo de la vida de sus componentes individuales.” (Vannebar Bush 1945)

Y esta búsqueda de transmitir ideas a través de generaciones por medio de la tecnología es la que lleva a la evolución de la humanidad. “Si ‘hay’ hombre es porque una tecnología lo ha hecho evolucionar a partir de lo prehumano.” (Sloterdijk 2000, citado en Levis, pág. 177). Por un lado, se puede ver esto como un aumento progresivo en la capacidad intelectual del ser humano de desarrollar nuevas tecnologías, para facilitar todo cuanto pueda y de esta manera hacer rendir mejor su tiempo, que a la vez reinvierte en la realización de nuevas actividades. Visto de ese modo, la perspectiva es sumamente positiva y se podría pensar que de esta forma todo hombre se encuentra en un ciclo permanente de evolución.  Pero no hay que olvidar que el porcentaje de personas que se dedican a desarrollar nuevas tecnologías es muy pequeño en relación a la cantidad de personas que hacen uso de ellas. Es más, para utilizarlas en realidad no se necesita gran capacidad intelectual. Al contrario, están diseñadas para su fácil uso. Entonces, los que “verdaderamente evolucionan” son los pocos que se dedican a desarrollar nuevas tecnologías, cada vez más sofisticadas. Todo el resto, los que hacen uso constante de ellas, en quienes los desarrolladores piensan al crear nuevas cosas, ¿en qué situación se encuentran? ¿Puede decirse que “involucionan”? ¿Qué tan bueno puede ser el estado de su desarrollo intelectual, si cada vez tienen que hacer menos para lograr más?

A la vez la sociedad en sí sigue cambiando, en parte por el desarrollo de las tecnologías recién mencionadas, y esto hace que el hombre tenga que “amigarse” con el desarrollo tecnológico para poder estar al día y seguir viviendo normalmente. Es más fácil aprender a usar lo nuevo que quedarse con lo antiguo, porque a largo plazo esto último ya no servirá más y habrá que realizar un mayor esfuerzo para “amigarse” con algo más nuevo todavía. El desarrollo social se basa cada vez más en tecnología.

“Las telecomunicaciones, como soporte imprescindible para el intercambio de información, tienen la misma importancia que en la sociedad industrial ha tenido el transporte de mercancías” (Linares- Ortiz 1995, citado en Levis, 110)

Tomando la capacidad de la memoria, la constante delegación de tareas a soportes tecnológicos hace que cada vez se utilice menos la memoria propia y también se confíe menos en ella. Esto sumado a la cantidad creciente de información que se necesita para el estudio, el trabajo y la vida cotidiana, y a la sobreabundancia de información que se encuentra en archivos, bases de datos, bibliotecas e Internet; hace que la capacidad de asimilación de la misma sea cada vez menor. Por eso se suele recurrir a soportes que extiendan la propia memoria y recuerden al hombre lo que de otra forma no podría recordar.

“La escritura se convierte en el primer enemigo de la memoria cuando en lugar de recordar algo, se lo registra en la agenda. La paradoja moderna es que todos tenemos reloj pero ninguno tiene tiempo. El problema es que  la vida nos examina continuamente y no tenemos el tiempo ni  los archivos siempre a mano, porque vivimos anotando. El registro reemplaza a la búsqueda de una buena clave para la memoria.” (Horacio Krell)

Otro ejemplo es la fotografía, hoy soporte clave para la memoria visual. La fotografía funciona como fuente de muchos recuerdos, sin la cual no estarían tan presentes. John Berger escribe en su texto Modos de ver: “Gradualmente se fue comprendiendo que una imagen podía sobrevivir al objeto representado; por tanto, podría mostrar el aspecto que había tenido algo o alguien, y por implicación como lo habían visto otras personas” (John Berger 2000, 16). Por lo que, además de representar objetos, representa puntos de vista, lo que quiere decir que no muestra las cosas tal como son sino de una manera recortada y subjetiva según quien la tomó. Entonces, ¿vale más un recuerdo de una vivencia o una imagen de ese momento? Claramente recordar en la memoria una vivencia tiene un significado diferente a recordar la misma vivencia por ver una fotografía. Pero también es cierto que sin la fotografía hoy nos sería imposible recordar ciertas cosas, ya que tenemos la mente tan ocupada con otros temas. Entonces, la fotografía como motor del recuerdo sí sería positiva.

El problema es que al igual que con la escritura, se dejó de confiar en la propia memoria sin la ayuda de algún soporte tecnológico. No solo eso, sino que hasta se delega más confianza en el soporte (agenda, foto, e-mail, recordatorio, alarma) que en uno mismo. Entonces, se potencia la capacidad de olvido: ni siquiera se hace el esfuerzo de recordar algo si no es por medio de algún auxiliar recordatorio. Lo dice Platón en el diálogo Fedro (oralidad versus escritura), en el que relata la conversación de un rey egipcio con el dios Theuth, creador de la escritura:

“Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio.” (Diálogo Fedro, Platón)

Ciertamente, el problema de falta de memoria existió siempre. Solo que ahora se potencia con la cantidad de soluciones que plantean las nuevas tecnologías.

3. Conclusiones

¿Se puede revertir de alguna manera la situación que se está dando? El tiempo no se puede volver atrás, y negar la utilización de tecnologías para usar más la memoria sería un intento de retroceder en la evolución del hombre. ¿Qué se puede hacer entonces? Se podría tomar conciencia del peso que se delega en soportes al quitarlo de nuestro propio cerebro, no para dejar de hacerlo sino para hacerlo correctamente y no abusar de ello. Para de esta manera no dejar nuestra propia memoria fuera de práctica.

El verdadero problema no está en confiar en la tecnología, sino en dejar de confiar en uno mismo. La tecnología puede ser muy útil si se la utiliza de manera correcta, y está hecha para facilitar procesos que son difíciles de realizar por otro medio. La llamada “inteligencia artificial” parece superar la inteligencia humana, pero sin embargo solamente imita y amplifica una parte de ella. Tal como escribe Fisher, “La inteligencia artificial es una prolongación parcial de una sola de las virtudes de la inteligencia humana” (Fisher 2004, citado en Levis,  97)

Disponer de tantas opciones para extender la propia memoria no hace al hombre menos inteligente, sino que representa para él un desafío nuevo, que es el de utilizarlas sabiamente para seguir progresando en otras cosas más importantes, como por ejemplo en aspectos morales. “La inteligencia será una manifestación tecnológica mientras la moralidad será una manifestación humana” (John David Garcia, 1992).

4. Bibliografía

LEVIS, Diego. La pantalla ubicua (Televisores, computadoras y otras pantallas) 2da

ed. ampliada. Buenos Aires: La Crujía Ediciones, 2009.

BUSH, Vannebar. Cómo podríamos pensar. 1945.

Disponible en http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/vbush-es.html

GARCIA, John David. La sociedad Moral. 1992.

Disponible en http://www.see.org/garcia/s-ms-3.htm

KRELL, Horacio. La clave de la memoria.

Disponible en http://www.ilvem.com.ar/shop/otraspaginas.asp?pagina=391&t=LA-CLAVE-DE-LA-MEMORIA.htm

PLATÓN, Diálogo Fedro.

Disponible en http://www.e-torredebabel.com/Biblioteca/Platon/Fedro.htm

BERGER, John. Modos de ver. Barcelona: Gustavo Gili, 2000.

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