El cine como productor y reproductor de la marginalidad urbana

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Artículo escrito por Viviana Paola Varón, de la Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás. Fecha de elaboración: 6 de junio de 2019. Fecha de publicación: 4 de diciembre de 2019.

A través del tiempo, se ha visto como el papel del cine ha sido fundamental para la percepción que se forman las personas sobre un determinado espacio; se puede ver como estas se hacen una idea de las ciudades y de las personas que la habitan, llegando así a producir y reproducir unas lógicas particulares dentro de las mismas.

En el blogspot Apreciación y producción cinematográfica, Narváez, profesor universitario, explica que:

La producción cinematográfica de un país forma parte de la realidad social puesto que se construye –se crea- dentro de una cultura determinada. Influye entonces directa e indirectamente su historia, su economía, su política, sus costumbres, sus imaginarios, etc. En este sentido, un filme contiene una parte de la visión, más o menos importante, que una sociedad se hace de sí misma y de los otros. (2013).

Ahora bien, la intención principal del presente texto será analizar cómo el cine influye en la producción y reproducción de las formas de ver la ciudad, especialmente los sectores que se conocen como marginados, en la medida en que genera un imaginario en las personas y puede provocar por un lado que se estigmatice a ciertos sectores o por el contrario ayudar a que se borren esas concepciones negativas de los mismos.

Para este análisis, se tendrán en cuenta dos películas: El odio y Ciudad de Dios; para contrastarlas con los postulados de autores como Canclini, Jesús Martin Barbero, Wacquant y Harvey.

Se toman estas películas por su desarrollo dentro de un espacio de relegación urbana, es decir, de marginalidad; el odio es una película recreada en un suburbio de París en la década de los noventa y ciudad de Dios es una película filmada en el contexto de una favela de Rio de Janeiro en las décadas del setenta y ochenta.

En estas dos películas se pueden reflejar espacios de marginalidad y estigmatización como lo diría Wacquant ya que estos barrios son vistos, interior y exteriormente, como zonas de no derecho o barrios prohibidos, “de los que hay que huir y es necesario evitar pues constituyen focos de violencia, vicios y disolución social” (Wacquant, 2006: 13).

Esta concepción es la que comúnmente  se encuentra en la mentalidad de las diferentes personas, pertenecientes o no a este tipo de barrios, y puede reflejarse en las películas que aquí se abordan, ya que muestran por un lado la guerra entre pandillas y la constante lucha por adueñarse del negocio de las drogas, al igual que del espacio y por otro lado la lucha y el odio de tres jóvenes del suburbio contra la policía, debido a las agresiones que estos últimos le patrocinaron a un joven en una comisaría.

Puede verse que, el cine ayuda a formar concepciones sobre estos barrios ubicados en las periferias de las ciudades, en la medida en que “ayuda a desarrollar imaginarios sobre aquello que se desconoce; y también sobre los lugares que nunca se van a querer conocer porque son emblemas de inseguridad, peligro, algo de lo cual hay que escapar”. (Canclini, 2004: 65).

Aquí puede observarse que tanto el suburbio de París como la favela en rio de Janeiro, son tomados como espacios de violencia, reproduciendo así unos imaginarios negativos de los mismos y dejándolos reducidos a la concepción de que allí solo habitan pandilleros, jibaros, asesinos, etc. De igual forma otro imaginario que pueden producir estas películas es el hecho de que son los jóvenes quienes producen esa violencia, a la vez que una buena cantidad de estos son negros, es decir, se sigue operando con el aspecto de la raza como un principal elemento de pensarse la marginalidad.

Como consecuencia de lo anterior, puede decirse que con estos imaginarios empieza a operar en la mentalidad de las personas una concepción del miedo, bajo la lógica de evitar esos espacios de relegación, esto se puede plantear así: si va de vacaciones a París evite los suburbios, si va a rio de Janeiro no  entre a las favelas, ya que son lugares donde opera la violencia, la drogadicción y la inseguridad.

Un aspecto importante también es el hecho de que esa inseguridad se da principalmente por parte de la misma comunidad, en la medida en que “la mayor cantidad de lesiones violentas no ocurren entre extraños, sino en ámbitos vecinales, que es donde operan las deudas y las venganzas”. (Barbero, 2004: 301). El odio y ciudad de Dios reflejan muy bien este aspecto, ya que en la primera, lo que motivaba la violencia era un sentimiento de venganza hacia los policías y en la segunda la inserción de la mayoría de niños y jóvenes en alguna de las dos pandillas, tenia fines últimos de vengarse contra algún miembro de la pandilla contraria, además de la lucha entre los cabecillas por mantener en su poder el negocio de la droga.

Dentro del contexto de estos sectores, y en contribución al desarrollo de la marginalidad puede verse como los aspectos que más juegan dentro de esta lógica y los cuales se representan en los filmes son: Clase, raza, género. Clase en la medida en que los habitantes de estos barrios son de bajos recursos y todos los que no tienen los recursos necesarios para vivir en el centro de las ciudades son relegados a estos espacios, como lo diría Wacquant, “existe una relegación a los barrios desposeídos dentro de los cuales los recursos públicos y privados son escasos” (41). Por otra parte la raza, ya que en las películas que tratan sobre barrios marginales y violentos siempre se ven varios actores negros, dando a entender que la mayoría de las personas que habitan esos espacios son de estas características, formando así el imaginario en los demás de que lo negro es lo malo y lo agresivo. Y género, porque estas películas solo muestran a hombres inmersos en el ámbito de los asesinatos y la venta de drogas.

Aún así, puede verse como algunos de los personajes de las películas no se sienten a gusto viviendo en espacios de violencia y quisieran salir de ese contexto, lo cual podría verse sustentado como la posibilidad de ejercer el derecho a la ciudad según Harvey, ese derecho a ver reflejados sus deseos en la posibilidad de reconfigurar esos espacios, “reclamar el derecho a la ciudad supone reivindicar algún tipo de poder configurador del proceso de urbanización sobre las formas en que se hacen y rehacen las ciudades” (Harvey, 2013: 21).

Puede verse, que la existencia de esos sectores marginales está marcada por un proceso de urbanización particular que logro mejorar la infraestructura de las ciudades, pero a la vez, relego a las personas de bajos recursos hacia la periferia, convirtiéndolos de una u otra forma en desposeídos, que son estigmatizados por vivir en esos barrios; por eso los desposeídos de los suburbios y las favelas podrían luchar por lograr reconfigurar sus espacios en torno a deseos colectivos que permitan producir nuevas formas de concebirlos.

Para concluir puede decirse que el cine, bajo la lógica de que las películas están representadas y son recreadas en parte de la realidad, es gran promotor del tipo de concepciones que se forman las personas sobre diferentes aspectos de la realidad, en este caso: la ciudad y sus barrios marginados. Genera unos imaginarios de las personas que no han estado en estos espacios y su único contacto con los mismos ha sido a través de las películas. En las películas tratadas aquí, el odio y ciudad de Dios, puede verse como se dan a relucir aspectos negativos como violencia, drogadicción, muerte, dando así una imagen al público de que estos espacios son barrios prohibidos lo que genera una concepción de miedo hacia los mismos.

Por esto, el cine ayuda a producir y reproducir la marginalidad urbana, estigmatizando a los habitantes de esos barrios, vistos por las demás personas como un enemigo latente con unas lógicas particulares que no se parecen a la de los centros de las ciudades, relegándolos por tal motivo y tratando de mantenerlos en el olvido.

Aunque aquí se trato el cine como productor y reproductor de la marginalidad urbana en base a dos películas que reflejan esto; podría pensarse de igual forma el cine como un instrumento para terminar con el estigma y las concepciones negativas de esos barrios, a través de películas que no solo muestren aspectos violentos e inseguros, que no puede negarse que si existen, sino que muestren también aspectos distintos dentro de esos barrios, lógicas de disminución de la violencia y la drogadicción, a través de diversos elementos, como por ejemplo, cuestiones artísticas o deportivas.

Bibliografía

  • Narváez, G (2013). “Sociología del cine: algunas consideraciones de la sociología del cine”. Apreciación y producción cinematográfica, véase en: http://apreciacionproduccioncinematografica.blogspot.com/2013/06/sociologia-del-cine.html.
  • Wacquant, Loïc. 2006. “introducción” y prologo: un viejo problema de un mundo nuevo”; en los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado. Buenos aires: Siglo XXI Editores, 2007, Pp. 13-56.
  • García Canclini, Néstor. 2004. “El dinamismo de la descomposición: megaciudades latinoamericanas”, en Navia, Patricio y Zimmerman (coord.). 2004. Las ciudades latinoamericanas en el nuevo (des) orden mundial. México: Siglo XXI, 2011, Pp. 58-72.
  • Martin-Barbero, Jesús. 2004. “Bogotá: los laberintos urbanos del miedo”, Navia, Patricio y Zimmerman (coord.). 2004. Las ciudades latinoamericanas en el nuevo (des) orden mundial. México: Siglo XXI, 2011, pp. 293-307.
  • Harvey, David. 2013. “El derecho a la ciudad”, en Ciudades Rebeldes. Del derecho de la ciudad a la revolución urbana. Salamanca: Akal, Pp. 19-49.

 

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