Conversaciones con Fender Gebiet

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Conversaciones con Fender Gebiet. Extraídas de Hablando del Asunto.

Fender Gebiet dijo (09.01.09):

No entiendo ciertos aspectos de libros como éste. Entiendo la limitación de espacio, y que haya que acotar porque supongo que no pretende ser una monografía definitiva, quizá apenas un enfoque fílmico con algunos antecedentes y análisis de contexto. Pero, aparentemente, el autor se saltea toda la literatura de robots, muy anterior a cualquier película y mucho más completa.

Es evidente que al soslayar un corpus tan voluminoso de libros y autores, muchas cosas que se han discutido sobre el tema se le han perdido al autor o han sido derivadas meramente de la obra cinematográfica, muchas veces incompleta.

Nombrando a Frankenstein quizá él se refiera a la bestia de Boris Karloff (aunque técnicamente “la criatura” no era un robot), y no comprenda que el monstruo de Mary Shelley es apenas un MacGuffin, que el tema no es lo feo y bruto que le sale el experimento sino el planteo moral del límite de la ciencia, hasta dónde el hombre puede ser Dios. En libro la criatura no es la protagonista, en absoluto.

Entonces, es el castigo a la pretensión lo importante, como bien lo entendió Isaac Asimov. La bestia se rebela y mata al creador.

Y ni hablar de las revistas pulp, otro soslayo no tan importante como el anterior, pero del que Hollywood -sobre todo- robó todo lo que pudo, hasta las malas ideas y los errores.

Está en mi pila de libros por leer, así que veremos cómo le va cuando lo haya terminado.

Santiago Koval dijo (12.01.09):

Acepto el hecho de que el libro limita su área de estudio al cine, siendo que existen numerosos soportes y lenguajes diferentes de similar importancia dentro del imaginario cultural sobre la cuestión. Con todo, como todo análisis, se trata de estudiar la realidad debiendo, para ello, indefectiblemente empobrecerla.

La selección del cine como soporte o, en palabras de María Agustina Melchiori, como proyección artística, no es casual ni arbitraria: se trata del discurso que, desde mi perspectiva, mejor realiza discursivamente las parábolas artísticas vinculadas a la temática de la Integración Hombre-Máquina en el marco de nuestro presente tecnológico. Desde ya que la literatura, la pintura, los videojuegos, la televisión, las revistas, la prensa, la publicidad, en suma, el conjunto heteróclito de soportes y lenguajes que componen la cultura mediática, forman parte esencial del imaginario, y por supuesto que su análisis es de vital importancia a la hora de comprender nuestro espíritu de época.

Sin embargo, en el intento ineludible de empobrecer la realidad mediante el análisis, elegí hablar de cine, primero, porque como fenómeno cultural del último siglo es significativamente más importante que cualquier otro medio o soporte de comunicación; segundo, porque su compleja naturaleza combina a un tiempo discurso temático y técnica narrativa, y resume de la mejor manera las posibilidades expresivas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación; y tercero, porque, comparado con otros discursos audiovisuales de más reciente aparición, permite estudios diacrónicos de mayor significación comparativa.

No debe leerse esto como un intento de desprestigiar a los demás discursos como motores de representación de lo real, sino más bien como un deseo de profundizar sobre el soporte expresivo que considero más relevante para hablar de la temática.

Fender Gebiet dijo (12.01.09):

Santiago, agradezco su deferencia.

Quizá también por alivianar mi comentario anterior, omití un contexto previo en el que, ajeno a este blog pero muy al caso, se discutía la supuesta preeminencia del cine sobre la lectura como medio. Mi doble experiencia como lector y como espectador me llevó a percibir el significativo déficit, siempre, del lenguaje cinematográfico por sobre la literatura.

Se llega a afirmar que el cine es un “arte de artes” y que integra, con imágenes, música y otras percepciones -que va sumando la tecnología- una experiencia mucho más completa que la lectura, como si la suma de percepciones permitiera una experiencia más real por mejor simulada. Y dejo acá para retomar enseguida, pero pido que retenga esto de “simular la realidad”.

Tengo un amigo, poco amigo de la tecnología, que mal llama “cibernético” a todos aquellos adelantos tecnológicos que cambiaron una función o una tarea y la pasaron de lo estrictamente real a lo virtual. Para él, el celular es un remedo “cibernético” del teléfono común, la computadora de una máquina de escribir y Facebook del club del barrio. Para mí, que tengo casi 25 años de uso de tecnologías “cibernéticas” (siempre siguiendo el uso que él le da al mote), un documento de Word es tan real como uno de papel y también uno alojado en Google Docs.

Siguiendo, mis contactos en internet para él son “amigos cibernéticos” y nuestras personalidades “personalidades cibernéticas” y para él la unica diferencia notable entre un emo, un flogger, un blogger, Steve Jobs o Bill Gates es la fortuna de estos dos últimos. Obviamente, mi amigo detesta el cine de Hollywood y se la pasa en el Malba viendo “cine de verdad y no esas boludeces cibernéticas”.

¿A qué viene esto? A que a veces mi amigo tiene razón. El cine tiene una capacidad cada vez mayor de simular porque nunca tiene una capacidad perfecta para hacerlo. Nunca. No importa lo bien que Jackson haya resuelto El señor de los Anillos, dentro de algunas décadas, una nueva tecnología impulsará una remake más real, más fidedigna. Y nos daremos cuenta, como pasó con tantas películas, por más hermosas que sean visualmente, que el cartón pintado es cartón pintado y que la Metrópolis que existe en nuestra cabeza es muchísimo más fidedigna a la de Thea von Harbou que a la que mostró Fritz Lang.

No importa cuántas veces filmen Drácula (o Alien, que es casi lo mismo), nunca provocarán el pavor que da el que nadie describa al monstruo dos veces de la misma manera; ni cuántas veces hagan el Hombre Bicentenario si la complejidad de la búsqueda del robot que fue Pinocchio, Frankenstein, el Replicante y David se pierde entre gadgets y loas a la biotecnología.

Santiago Koval dijo (17.01.09):

Estimado Fender, entiendo su punto y lo respeto, mas alla de que no lo comparta. Desde ya que la discusion es por lo demas interesante, y llevaria varios volumenes definir la cuestion acerca de la supremacia o no del discurso audiovisual sobre el verbal o puramente textual. De todas formas, creo que la discusion, aunque fundamental en temas de comunicacion, escapa al objetivo del libro, siendo que la postura del libro justamente presupone ya una solucion a dicha controversia. Creo que la cuestión es, si se quiere, metodológica, y por lo tanto previa al analisis que se realiza en La condicion poshumana. De más esta decir que aprecio su comentario y lo invito a seguir comentando el libro en la medida en que avance con su lectura.

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