El vínculo afectivo entre las herramientas técnicas y el sujeto contemporáneo

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Ensayo escrito por Agustina Bastard para la materia Convergencia y Paradigmas Tecnológicos, que dicto en la carrera Gestión de Medios y Entretenimiento, de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE, 2018).

Imagen: © David Dettmann / Netflix 

  1. Introducción

El presente ensayo tiene por objeto formular un análisis en torno de la figura del sujeto contemporáneo y su relación con las nuevas herramientas técnicas. A los efectos de ilustrar tal estudio, se recurrirá a un material audiovisual; en este caso, el episodio Be Right Back (Ahora mismo vuelvo) de la serie Black Mirror (2013), dirigido por Owen Harris. Se intentará responder el siguiente cuestionamiento: ¿cómo queda configurada la relación afectiva entre el ser humano y las herramientas técnicas?

  1. La relación

Con el propósito de describir las características del vínculo, se ahondará en los aspectos no visibles de este vínculo; entendiendo a estos como elementos que silenciosamente y progresivamente colaboran a modelar una relación, resultado de múltiples componentes e instancias que atraviesan al individuo y a su historia.

2.1. Resplandor de la personalidad y ausencia del carácter

En la relación que muestra  Be Right Back, se establecen dos momentos: el primero, ligado a la existencia de Ash y el segundo, vinculado al periodo postmuerte del personaje: la formación del androide. La primera fase muestra las huellas de la actuación de Ash en la Red, una exteriorización de un aspecto superficial de Ash, ergo una mera apariencia: la personalidad[1] (Sibilia, 2008, p. 267). De forma paralela, se expone el amor de Martha hacia el carácter[2] (Sibilia, 2008, p. 267) de un Ash presente, vivo y real. Martha, interactúa afectivamente, acepta pacientemente la realidad de su pareja y podría decirse que maneja, de cierta forma, las postergaciones a las cuales inconscientemente él la expone en pos de privilegiar constantemente la tecnología. Martha acepta lo que Ash verdaderamente es y no aquello que él decide mostrar.

La segunda etapa implica la generación del robot Ash; este posee un cuerpo aparente y su naturaleza recae en elementos de la personalidad. Está construido a partir de la participación de Ash en la Red y exhibe lo que él quiso que el entorno conociera. El robot, en este caso, se genera a partir de todos los datos producidos en el primer periodo. Martha, entonces, se enamora de la parte más superficial y frívola de aquello que Ash proporcionó a la Red. En esta etapa, el carácter ya no se encuentra presente: Ash no se encuentra presente. ¿Podría afirmarse que Martha se enamora de la expresión sin objeto, de una maquina narcisista del ego[3] (Han, 2014, p. 53), fruto del legado de Ash?

Podría plantearse que Martha, al adquirir el robot, ansía un reencuentro con el carácter, modalidad no incorporada en las características del robot; deseo desesperado, guiado por una inmediata reacción al arrebato, sin previo aviso, de una vida; insatisfacción imposible de ser satisfecha en tanto el ser humano amado ya no se encuentra en vida.

2.2. Narcisismo: cimiento del robot

La democratización sin precedentes de la palabra[4] (Lipovetsky, 1986, p. 14) colabora, durante la vida real de Ash a configurar su comportamiento narcisista: un sujeto preocupado por el qué dirán, por el pensamiento de los demás y con un incesante deseo de sentirse parte de lo que finalmente refleja una sociedad del individualismo conectado[5] (Flichy, 2006, p. 1). Se evidencia, de este modo, un personaje indiferente a su entorno cuyas prioridades se ven nubladas bajo lo que Carr (2010), denomina una mente consumida por un medio. Cada acción que realiza es un objeto susceptible de publicación. La necesidad de agradar y generar contenido para otras personas opaca su vida personal; la persona a su lado queda en un segundo plano, mientras que el mundo virtual pasa a tener mayor relevancia. La constante búsqueda de aceptación expone que “nuestra posición social siempre está en riesgo. Esta consciencia de nosotros mismos magnifica la intensidad con la que nos involucramos en el medio” (Carr, 2010).

El narcisismo podría ser considerado producto de una inseguridad emocional. La perpetua preocupación por la construcción de un perfil online visible a un considerable número de personas, evidencia la necesidad de mantener un personaje que agrade, sea aceptado y festejado. Este narcisismo, se constituye en una herramienta invariablemente utilizada para suplir la falta de seguridad. Se exhibe, superficialmente como característica esencial del personaje, pero detrás, esconde su verdadero origen: la inseguridad, la falta de confianza en sí mismo y la ausencia de una voluntad propia que vaya más allá del deseo de los demás.

2.3. Libertad condicionada: protocolización general de la vida

Por lo expuesto precedentemente, Ash se encuentra en un mundo en el que prima la libertad condicionada: “la fragilidad, vulnerabilidad, transitoriedad y precariedad de vínculos y redes humanos permiten que esos poderes puedan actuar” (Bauman, 1999, p. 20). Desde esta perspectiva, podría sostenerse que la creación del robot, es en parte, resultado de la protocolización general de la vida (Han, 2014, p. 74); la observación y atención de empresas que bajo la investigación de textos, videos y publicaciones pueden “sacar capital de las observaciones”. De este modo, las acciones de Ash generan los elementos para construir y constituir a este robot: sin las publicaciones dirigidas a un público, la creación del robot no sería posible. Ello plantea que los aspectos expuestos en la Red por Ash son insustanciales y no toman en consideración el carácter de este último. El marco de conocimientos[6] (Williams, 1992, p. 186), detrás de la creación, es condición necesaria para la constitución del androide. Martha, haciendo uso del invento, habilita a la continuidad del ciclo de consumo. Ella, podría llegar a enamorarse momentáneamente de recuerdos triviales, materializados en el cuerpo aparente, pero ¿se estaría enamorando nuevamente del verdadero Ash? ¿o tan solo de elementos que colaboran a encerrarla en una burbuja de ocio (Igarza, 2009, p. 42) que la lleva a perder el verdadero recuerdo del aquí y ahora[7] (Benjamin, 1963, p. 21) que significa la presencia del ser humano?

Es preciso remarcar, que la relación afectiva entre el ser humano y las herramientas técnicas, entonces, podría encontrarse circunscripta a un marco determinado: una especie de ciclo en donde se conecta una libertad finita y ciertas acciones humanas. Estas últimas, no persiguen un propósito determinado ni quieren transmitir un mensaje trascendente, podría decirse que solo procuran la atención de los demás. En este caso, son  contribuciones activas que generan condiciones necesarias para la generación del robot. A su vez, de ellas, surge una evidencia empírica que es la capitalización a través de la observación.

2.4 Promesa sin garantía

La promesa de una felicidad instantánea y perpetua (Bauman, 2007, p. 67), que intenta la adquisición del nuevo robot, se contrapone con la realidad finita del ser humano: la transitoriedad y finitud de la vida. Podría sostenerse que el hecho de ofrecer un supuesto retorno de un ser humano específico, con toda su individualidad, implicaría una falsa garantía que se opone a la unicidad misma del ser. Se trata de una promesa con letras chicas, en tanto omite comunicar que solamente podrá ofrecer “enunciados lógicos computables despojados de su sensorialidad” (Koval, 2015, p. 73).

Martha en su nueva adquisición, espera obtener aquello que esta venta con promesa no puede ofrecer: el retorno de un ser amado. Su constante insatisfacción se encuentra vinculada directamente a la no superación de la muerte de Ash; vacío que únicamente ella puede remediar. Por tal motivo, según Bauman (2007), en este caso, esta promesa del regreso del ser amado se establece a partir de una cuestión práctica: la negación y una continua insatisfacción. En esta situación, la insatisfacción se encuentra íntimamente ligada con el origen de la promesa que es el regreso del ser amado, cuestión irrealizable.

  1. Conclusión

Queda evidenciado que la relación afectiva entre el ser humano y las herramientas técnicas, resulta modelada, por un lado, por la exaltación de la personalidad, fruto de la figura narcisista y por otro lado, por una libertad condicionada sesgada bajo una protocolización general de la vida.

Martha, también toma varias decisiones. Al vincularse con el robot, se priva de entablar o mantener lazos afectivos con personas reales. De cierta forma, ella también, del mismo modo que Ash, prefiere un mundo irreal. Este es un punto de conexión entre ambos. Se encierra en este  mundo y se aleja de lo concreto: los vínculos humanos. Ellos son los que pueden ayudarla a transitar su pérdida. Termina ahogada en un simulacro perfecto[8] (Baudrillard, 1978, p. 44). El desencantamiento ocurre cuando percibe que se encuentra enceguecida por aquella fría personalidad materializada en un cuerpo aparente; cuando se da cuenta que está sustituyendo su recuerdo, por un simple simulacro vacío; cuando la insustancialidad alborota su alma; cuando realmente comprende que aquella persona que alguna vez amó, únicamente vivirá en su recuerdo.

La realidad aflora en la escena del precipicio, en el acantilado. El robot y Martha se encuentran frente a frente. La infinidad misma del paisaje, representado en una inmensidad de cielo y mar, ilustra la complejidad que compete a Ash: sujeto que no puede ser simplificado en un aparato; simplificación que conduce únicamente a reducir el carácter y a minimizar la complejidad del ser humano. Martha, se percata de la irrealidad de la promesa: una felicidad duradera, rápida y sencilla que no supone reconocer una realidad irremediable: la muerte. En este caso, podría sostenerse que la felicidad que únicamente ella podrá construir parte de la base de la aceptación y el recuerdo vívido de Ash. Implica un proceso de duelo innegable que es necesario atravesar para volver a alcanzar un equilibro real y sostenible en el tiempo. Todo termina cuando acepta que aquel aura[9] (Benjamin, 1963, p. 24) que tanto anhela es insustituible y no regresará.

 

  1. Bibliografía y filmografía

Baudrillard, Jean. 1978. Cultura y simulacro. Barcelona: Editorial Kairós.

Bauman, Zygmunt. 1999. Modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Bauman, Zygmunt. 2007. Consumo vs. consumidores. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Benjamin, Walter. 1989. Discursos interrumpidos 1. Buenos Aires: Taurus.

Brooker, C. y Harris O. Ahora mismo vuelvo (Be right back), en Black Mirror. Reino Unido: Channel 4.

Carr, Nicholas. 2010. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales. Bogotá: Taurus.

Flichy, Patrice. Julio/Septiembre 2006. El individualismo conectado. Entre la técnica digital y la sociedad. Madrid: Telos.

Han, Byung-Chul. 2014. En el enjambre. Barcelona: Herder. Buenos Aires: Paidós.

Igarza, Roberto. 2009. Burbujas de ocio, nuevas formas de consumo cultural. 1ª. Ed. Buenos Aires. La Crujía.

Koval, Santiago. 2014. Tecnozombis: seres artefacto en la tecno ciencia contemporánea. Anàlisi. Quaderns de Comunicació i Cultura.

Lipovetsky, Gilles. 2002 [1983]. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo posmoderno. Buenos Aires: Anagrama.

Sibilia, Paula. 2008. La intimidad como espectáculo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina.

Williams, Raymond. 1992. Williams, R. (ed). Historia de la comunicación, Vol.2. Barcelona: Bosch.

Notas

[1] “Modalidad de auto estilización, que en vez de asentarse sobre la densa base de la propia interioridad apuesta a los efectos sobre los otros.” (Sibilia, 2008, p. 267).

[2] “Un desplazamiento del eje alrededor del cual se edifica lo que es: desde adentro -introdirigidos- hacia fuera -alterdirigidos-.” (Sibilia, 2008, p. 267).

[3] Han identifica rasgos de la comunicación digital: “Lo que domina la comunicación digital no es el «amor al prójimo», sino el narcisismo. La técnica digital no es una «tánica del amor al prójimo». Se muestra como una maquina narcisista del ego.” (Han, 2014, p. 53).

[4] Lipovetsky utiliza este concepto para caracterizar a la edad posmoderna. Sostiene que “Cuantos mayores son los medios de expresión, menos cosas se tienen por decir, cuanto más se solicita la subjetividad, más anónimo y vacío es el efecto.”(Lipovetsky, 1986, p. 14).

[5] Flichy afirma que, en el núcleo de la tecnología, se encuentran las características de la sociedad que la produjo. Por tal motivo, enuncia que “Los usos y representaciones sociales están ya presentes en las matrices tecnológicas. Las transformaciones sociales, en la familia y la empresa sobre todo, prefiguran así los usos de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y, a su vez, acentúan la sociedad del individualismo conectado.” (Flichy, 2006, p. 1).

[6] El marco de conocimientos involucra aspectos teóricos y prácticos; de allí provienen las habilidades, los ingenios y condiciones a partir de las cuales se combinan, desarrollan y preparan, para su uso, los inventos técnicos. (Williams, 1992, p. 186).

[7] Según, Benjamin, el aquí y ahora involucra una existencia irrepetible. “El aquí y ahora del original constituye el concepto de su autenticidad. […]. El ámbito entero de la autenticidad se sustrae a la reproductibilidad técnica. […] Precisamente porque la autenticidad no es susceptible de que se la reproduzca.” (Benjamin, 1963, p. 21).

[8] Un simulacro, a diferencia de una representación, es una copia sin original y crea una realidad inexistente. Se convierte en sí mismo como último fin; no hay un referente externo, sino que el simulacro mismo es un referente.

[9]  Benjamin define al aura como la “la manifestación irrepetible de una lejanía”. (Benjamin, 1963, p. 24).

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