Humanos técnicos: más allá de la humanidad

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Ensayo escrito por Gina Brosio para la materia Convergencia y Paradigmas Tecnológicos, que dicto en la carrera Gestión de Medios y Entretenimiento, de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE, 2018).

Imagen: ©  LStar Capital, Village Roadshow Pictures, Original Film, Wanda Pictures, Company Films, Start Motion Pictures.

  1. Introducción

Considerando lo ocurrido a fines del siglo XX y principios del siglo XXI desde una perspectiva sociológica, podría ser correcto afirmar que la evolución de la matriz técnica en las últimas décadas fue de una considerable magnitud. Siguiendo esta línea de pensamiento, en la actualidad, gran cantidad de los objetos técnicos con los que convivimos e interactuamos no eran más que un sueño improbable hace menos de un siglo atrás. En este sentido, es inevitable suponer que algún día la técnica logrará alcanzar lo que consideramos imposible hasta el día de la fecha. Tomando el filme Passengers (2016), en su planteo de mundo ficcional, la humanidad llegó a tener un avance técnico nunca visto: el viaje interestelar entre galaxias en distancias años luz. Más allá de la técnica y los objetos técnicos que le dan una explicación lógica al funcionamiento de este viaje intergaláctico, cabe desarrollar una cuestión: ¿en qué sentido se puede decir que la sociedad, asistida e inmersa por la matriz técnica, puede llevar a convertirnos en seres “menos humanos”?

  1. Humanos o más que eso

“[L]a técnica nace embebida en lo social: los usos y prácticas sociales (en suma, las necesidades, deseos y anhelos humanos) están, desde un comienzo, insinuados en las matrices tecnológicas” (Koval, 2014, p. 1). Siguiendo las reflexiones de Koval y su enfoque en Flichy (2006), podemos decir que la matriz técnica y su evolución no es más que un reflejo de los fenómenos sociales que experimenta la sociedad. Por ende, lo que hace la matriz técnica es “adaptarse” a las nuevas necesidades del sujeto para satisfacerlas; todos los avances hasta la actualidad han “ido de la mano” de los deseos y necesidades latentes del individuo y la sociedad, sea por conectividad, auxilio para tareas cotidianas, relacionarse, transportarse, entre otros. Esto es muy evidente en Passegers, puesto que cientos de personas eligen transportarse a millones de años luz; sin embargo, aquí no solo pone en “jaque” la ética o moralidad de los pasajeros de la nave, sino también se desafía a las leyes físicas y biológicas que permiten que un ser vivo pueda sobrevivir esa travesía.

Por un lado, no cabe duda de que, como seres humanos, podemos soñar prediciendo futuros viajes intergalácticos. De hecho, existen infinidad de libros y películas, sea documentales de investigación o de ficción, que aseguran que algún día el hombre será capaz de realizarlo. Sin embargo, más allá de eso, actualmente hay investigadores que lo aseguran: “[e]xiste un proyecto denominado Geostorms, el cual estudia la posibilidad de utilizar el viento solar para navegar en el espacio a la velocidad de la luz.”, “…ya se experimenta con hibernación para los viajes de larga duración” (Terrés Speziale, 2000, p. 9). A partir de ello, podemos decir que, al día de la fecha, no estamos hablando de un hecho totalmente improbable de suceder. Con eso dicho, cabe afirmar que ya no es una pregunta el cómo se realizarán, sino el cuándo es que existirán este tipo de viajes intergalácticos.

Por otro lado, para poder sustentar lo planteado anteriormente, es necesaria alguna explicación médica que logre afirmar cómo es que será posible que el sujeto, con asistencia de la matriz técnica, logre desafiar su existencia finita. Livia (2013) es muy claro en su reseña a Visiones (Kaku, 1998)(1), destacando: “[l]o escrito por el autor es pro­ducto de haber entrevistado a más 300 científ­icos quienes imaginaron el escenario al 2100 […], donde expuso que la revolución cuántica, la biogenética y la informática revolucionarían nuestro siglo (Kaku, 1996)”, y su otra obra La física del futuro (Kaku, 2013)(2): “…el desafío de la cien­cia médica del siglo XXI es prolongar la vida y evitar la muerte, donde el estudio del genoma humano permitirá avances milagrosos, per­mitiéndonos comprender el envejecimiento…” (Livia, 2013, p. 2). Interpretando el trabajo de Kaku, concluimos que para lograr mayor longevidad humana, el futuro de la medicina recaerá en la nanotecnología y la medicina genómica, que “utilizara nanopartículas para inyectarse en la sangre y actuarán como bombas inteligentes emitiendo medicamentos que combatan el cáncer […] No cabe duda que los nanodispositivos revolucionarán la medicina, dado que tendre­mos nano aparatos que recorrerán el flujo san­guíneo” (2013, p. 3).

Por consiguiente, siguiendo la misma línea de pensamiento, es fundamental hacer una observación del impacto social de estos avances tecnológicos en la sociedad contemporánea. Según lo investigado, la muerte del individuo contemporáneo es uno de los temas más controversiales entre las ramas de la medicina y biotecnología, debido a la búsqueda constante de prolongación de la vida humana y de la inmortalidad. De este modo, como afirma Villamizar Rodríguez, hoy existe “…la presencia de alternativas al final de la vida […] existe la posibilidad de mover ese punto en la línea de tiempo de tal forma que la muerte se adelante (y en ese caso se estaría hablando de la muerte asistida) o se atrase (en cuyo caso se hablaría de las alternativas que prolongan la vida o desarrollan un encarnizamiento terapéutico)” (2001, p. 273).

Paralelamente, podemos destacar que la raíz de la cuestión mencionada en el párrafo anterior, puede estar directamente ligada al culto a la velocidad y la aceleración de los ritmos de vida contemporánea, que Riechmann entiende como una enfermedad cultural: “La falta de tiempo […] se ha convertido, en los países del Norte rico del planeta, en algo así como una enfermedad cultural – que tiende a contagiarse al mundo entero” (Riechmann, 2003, p. 8); de manera tal que “[s]olo somos capaces de dar sentido a nuestros actos y nuestra vida mediante su inserción en el tiempo” (Riechmann, 2003, p.10). De aquí podemos relacionar esta enfermedad cultural con el factor tiempo, con la búsqueda constante de la prolongación de la vida humana, entendiendo que los tiempos con los que la humanidad se enfrenta en la actualidad no son suficientes para su concepción completa. Aquí, Riechmann da lugar a los inevitables choques temporales a los que estamos expuestos como humanidad, entre ellos el tiempo del cuerpo, el tiempo de la naturaleza, el tiempo de la vida social, y el tiempo del sistema industrial y financiero, que en su existencia pueden colisionar y, al ser tiempos finitos, pueden provocar que se agoten con más rapidez. Por consiguiente, ante “…la escasez de tiempo para reaccionar adecuadamente a las consecuencias de nuestros propios actos.” (Riechmann, 2003, p. 21), la humanidad se encuentra en una frenética búsqueda para el desarrollo global tecno científico para lograr prolongar aún más la supervivencia humana.

  1. La humanidad persiste por sobre todo.

Como concepto propio de la posmodernidad y el individualismo del sujeto, “… se observa que la familia se impone menos como institución…” (Flichy, 2006, p. 4), de modo tal que ahora “… se ‘elige’ también a los miembros de su familia, se ‘manipula’ su parentesco en función de las afinidades de los móviles personales”, “…en la sociedad contemporánea es la propia persona quien elige esos vínculos” (Bidart, 1997, p. 3). Observamos aquí al sujeto como “elector” de su entorno, incluso, de los integrantes de su “familia”; estas elecciones no están dirigidas solo por sus emociones, sino también son producto del proceso de construcción identitaria del propio individuo, llamada personalización (Flichy, 2006). De esta manera, en el sujeto contemporáneo todavía prevalecen signos propios de un ser social, incapaz de vivir en la soledad a pesar de añorarla. Entonces, no obstante el uso de la matriz técnica como método sustitutivo de relaciones humanas, somos, en las palabras de Koval, “[s]eres en proceso de realización individual que desean estar inminentemente solos pero que necesitan, para su consumación, del vínculo con el Otro.” (2014, p. 4). Todo esto puede evidenciarse en el filme, tal como el protagonista, Jim, elige a modo de “catalogo” a quién será capaz de despertar para no permanecer solo en la nave por el resto de su vida, y lo hace mediante una investigación exhaustiva de la información personal, los diarios íntimos y confesionarios de Aurora, hasta que llega al punto de enamorarse de ella antes de conocerla en persona.

De la misma manera, al hacer un extenso estudio acerca de las tecnologías que transforman relaciones y espacios de interacción, Echeverría (1998) ha concluido en su trabajo que “…las teletecnologías no solo transforman objetos, sino también relaciones, y en concreto relaciones espaciales” (1998, p. 15), además, “[t]radicionalmente, para llevar a cabo una acción (técnica o no), hay que estar presente físicamente durante el intervalo de tiempo en el que se desarrolla dicha acción. En cambio, en el entorno telemático se actúa a través de representaciones tecnológicamente construidas, sin que sea precisa la coincidencia temporal entre agentes, objetos e instrumentos para que la acción pueda ser llevada a cabo”. Sin embargo, a pesar del desarrollo de las teletecnologías, siendo “tele” la significación de la distancia espacial entre los individuos, lo cierto es que siempre es necesaria la presencia humana para que ellas puedan tener lugar, o en su defecto, para que ésta pueda ser “imitada” por la matriz técnica. De este modo, aunque podemos afirmar que la técnica modifica las relaciones sociales entre los individuos de una sociedad, el individuo debe existir para que ellas existan. En efecto, haciendo referencia a Koval (2013), el individuo, por su fuerte característica social, “necesita” de la interacción con otros de su misma especie, o de una matriz técnica que simule ser una entidad humana, aunque ésta no lo satisfaga completamente. Es preciso señalar que esto puede ser observado en el filme, en donde su protagonista, al ser el único humano despierto en la nave espacial, a pesar de la presencia de aparatos técnicos y robots que simulan las voces, la apariencia, interacciones y respuestas sociales humanas, Jim “necesita” de una presencia humana que lo acompañe en su travesía. De ahí el surgimiento de su idea de despertar a alguien más de los pasajeros, para evitar que pierda la razón a causa de la soledad a la que se había enfrentado al vivir solo sin ninguna interacción con otro individuo por varios meses.

Continuando en la misma línea de pensamiento, desde una perspectiva sociológica, podemos afirmar que el sujeto está inmerso ya hace décadas en una modernidad líquida (Bauman, 2000), que ha afectado considerablemente la vida humana. Cabe resaltar que a partir de ella, se buscaba erosionar los estrictos “moldes” la modernidad, es decir, las instituciones que la modernidad constituía como tal. Consecuentemente, “[e]stamos asistiendo a la venganza del nomadismo contra el principio de la territorialidad y el sedentarismo” (2000, p. 18). Las palabras del autor dan a entender que el sedentarismo, que es proceso propio de la construcción moderna, con la ayuda de los avances de la matriz técnica, ha sido reemplazado por la colectiva noción del descompromiso y el “arte de la huida”, a lo que Bauman califica como normandismo de la sociedad contemporánea. En el filme, esto puede observarse en virtud de que miles de personas deciden abandonar sus vidas en la Tierra para incursionarse en una colonia interestelar, con la esperanza de un nuevo comienzo o una nueva etapa de sus vidas, pensamiento propio de la posmodernidad. Sumando a esto, tal como expresó Lipovetsky (2002), estamos ante una lógica individualista, en la que los deseos individuales del sujeto se interponen a los deseos colectivos de la sociedad y, adicionalmente, el concepto de narcisismo, que se define como priorización de los deseos o necesidades propias en el lugar del de otras personas, cuyos procesos se dan a causa de la muerte del sentido colectivo de la sociedad como consecuencia de la ampliación del individualismo como cultura posmoderna. Ciertamente, éste es el caso del protagonista del filme, específicamente cuando decide despertar a Aurora sin medir las consecuencias que eso conllevaría.

  1. Conclusión

Para finalizar, luego de haber abordado ambas perspectivas a lo largo del ensayo, se puede concluir que, si bien es más que probable que en el futuro, como sucede también actualmente, la matriz técnica modifique de algún modo nuestra concepción como individuos desde enfoques tanto sociales como biológicos, aún no hay razones suficientes como para afirmar que ello significaría la eliminación por completo del sujeto humano de su entidad. Asimismo, a pesar de que la matriz técnica día tras día siga incorporándose en nuestras vidas y de ese modo logre modificar las mismas características que nos hacen humanos, es decir, seres mortales de carne y hueso, nunca ésta ecuación puede resolverse concluyendo la “desaparición” del individuo.

Ello se puede entender a partir de que, ya mencionado anteriormente por las palabras de Koval, quién afirma que la matriz técnica no es más que un reflejo de distintas manifestaciones sociales, o también aquella mención de las investigaciones de futuros viajes entre galaxias, las proyecciones de la futura revolución biogenética y de la nanotecnología que nos hará desafiar la finitud de nuestros cuerpos mortales, y por consecuente nos haga cuestionar la muerte del individuo contemporáneo, sea muerte física o muerte de su conciencia, y demás ejemplos adicionales que no mencioné, es lo que nos hace dudar fuertemente si es que realmente podremos autodefinirnos como “humanos”, puesto que en todo escenario futuro, generalmente posapocalíptico, al sujeto se lo imagina luchando una guerra interminable, y en muchos casos en el bando perdedor, contra los avances de la matriz técnica. Sin embargo, contraponiéndose a esta postura, es factible decir que el individuo, sea modificado o alterado físicamente, mentalmente o socialmente de su concepción humana por medio del empleo de la matriz técnica, no deja de ser el “eje esencial” de la cuestión. Esto se debe a que el sujeto no solo es quien idea y desarrolla la matriz técnica mediante diversos inventores a lo largo de la historia, sino que constantemente busca adaptaciones e innovaciones de la misma para que le “facilite” cada vez más cuestiones de su vida cotidiana. Con esto quiero enfatizar que sin el individuo no existiría la matriz técnica, por ende, ella no es más que una consecuencia humana. La técnica es mucho más humana de lo que nos podemos imaginar. Por lo tanto, en todas las suposiciones existentes o posibles en el futuro, no es factible definir que el empleo de la matriz técnica signifique la eliminación del individuo, debido a que él debe existir para que la matriz técnica siga su función, sea de conectividad social, asistencia en tareas cotidianas, relaciones sociales entre individuos y logística de los mismos.

Con eso dicho, podemos finalizar diciendo que con los constantes avances de la matriz técnica mirando al futuro, no nos convertiremos en seres “humanoides” o “cyborgs”, llamados robots humanos, es decir, una concepción híbrida humano-máquina cuya existencia tecnológica puede llevar a la muerte del “ser”, sino, será más probable que seamos individuos con “ligeras modificaciones técnicas”, donde siempre la matriz técnica podrá ser reemplazada y mejorada cuando se vuelva obsoleta para el individuo, pero el sujeto humano, sea de manera física o su consciencia, persistirá hasta el final, aunque eso también pueda suponer su autodestrucción.

  1. Bibliografía

BAUMAN, Zygmunt: Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1999.

BIDART, Claire: La amistad, un vínculo social, La Découverte, París, 1997.

ECHEVERRÍA, Javier: Teletecnología, espacios de interaccion y valores, Teorema, Instituto de Filosofía CSIC, Madrid, España, 1998.

FLICHY, Patrice: El individualismo conectado. Entre la técnica digital y la sociedad, Telos, Madrid, 2006.

KAKU, Michio: Visiones, Debate, 1998.

KAKU, Michio: La física del futuro: Como la ciencia determinara el destino de la humanidad y nuestra vida cotidiana en el siglo XXII, Debolsillo, 2013.

KOVAL, Santiago: La condición humana en la era tecnocientífica: Deseos, necesidades y representaciones sociales, Enfoque Humanístico, Buenos Aires, 2014.

LIVIA, José: Kaku, M. (2013). La física del futuro: Cómo la ciencia determinará el destino de la humanidad y nuestra vida cotidiana en el siglo XXII, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima, 2013.

LIPOVETSKY, Gilles: La era del vacío, Anagrama, Buenos Aires, Argentina, 2002.

RIECHMANN, Jorge: Tiempo para la vida. La crisis ecológica en su dimensión temporal, Ediciones del Genal, Málaga, España, 2003.

TERRÉS SPEZIALE, Arturo: Humanismo en el tercer milenio, Carpermor, Distrito Federal, México, 2000.

VILLAMIZAR RODRÍGUEZ, Enrique: El morir y la muerte en la sociedad contemporánea. Problemas médicos y biotécnicos, Cátedra Manuel Ancízar Ética y bioética, 2001.

  1. Filmografía

Hamel, Stephen. Tyldum, Morten. 2016. Passengers. Estados Unidos:  Village Roadshow Pictures.

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